viernes, 21 de septiembre de 2007

TEMAS RELACIONADOS CON LA FLOR DE JAMAICA

LOS CHATINOS PRODUCEN Y EXPORTAN JAMAICA ORGÁNICA PARA ABATIR LA POBREZA DE LA ETNIA

Elisa Ruiz

Santa Cruz Zenzontepec, Oax.— Hay pueblos que parecen no tener esperanza, comunidades que nadie sabe cómo se instalaron en zonas tan inhóspitas y sobreviven entre los avatares de la naturaleza que lo mismo desata huracanes que hace temblar las montañas.
Santa Cruz Zenzontepec es uno de estos pueblos que sobrevive entre la adversidad geográfica y la pobreza extrema. Pertenece al Distrito de Sola de Vega y está situado entre el mar y las altas montañas de la Sierra Madre del Sur, en un enclave de la etnia chatina que mantiene costumbres ancestrales —como vender a sus doncellas— pero que también busca caminos para enfrentar la pobreza.
En esa búsqueda, a principios de los años noventa se gestó Kiee Lu’u (flor viva, en chatino), agrupación de pequeños productores de jamaica que ofrece a la comunidad una esperanza para abatir sus rezagos.
A partir de 1981, grupos misioneros vinculados con la Diócesis de Oaxaca promovieron entre los habitantes del municipio que se organizaran para producir. Así, en 1992, decidieron mejorar sus ingresos económicos mediante el cultivo de jamaica orgánica. El objetivo fue cotizar a un mejor precio el producto que si bien se consigue en cualquier mercado o tienda de autoservicio, no atiende a las exigencias internacionales orientadas cada vez más a productos cultivados con métodos naturales, sin fertilizantes o plaguicidas.
Con un permiso que le presta la asociación Yeni Navan, productora de café, Kiee Lu´u realizó su primera exportación en 1993 y dos años más tarde obtuvo la certificación de Naturland, organismo con sede en Alemania, que avala y promueve la venta de productos orgánicos. En 1997 la organización se constituyó legalmente como Sociedad de Solidaridad Social y en 1998 recibió una beca del Programa de Apoyo a las Culturas Municipales y Comunitarias (PACMyC) del Conaculta, con la cual realizó seis talleres de capacitación para 85 nuevos socios a fin de ampliar la producción. La gente aprendió a seleccionar la semilla, conservar las parcelas, preparar y aplicar el abono orgánico y controlar las plagas.
La última exportación de jamaica orgánica que realizaron fue hace un par de años. Enviaron mil 710 kilogramos que les redituó aproximadamente 17 mil dólares, equivalente a 153 mil pesos.
La jamaica es una planta originaria de África introducida a México en la época colonial. Se cultiva en regiones cálidas y semicálidas, sobre todo en Guerrero, Oaxaca, Colima y Campeche. Su flor posee propiedades alimenticias y medicinales apreciadas en muchos lugares del mundo en los que se consume en agua fresca o té. Es antiparasitaria, diurética y ligeramente laxante. Ayuda al proceso digestivo y renal. Es útil para bajar de peso y para controlar los niveles altos de colesterol. “En el pueblo, cuando los niños se enferman de disentería les hacen un té de jamaica y se alivian de inmediato”, comentó Esteban Ruiz Gómez, vicepresidente de Kiee Lu’u.
Uno de los principales objetivos de la organización es la generación de fuentes de trabajo que permitan el arraigo de la población chatina en sus comunidades y evitar así la migración. Al mismo tiempo, pretende la conservación de los recursos naturales de la región, particularmente del suelo que tiende a degradarse con el uso de fertilizantes y pesticidas.
Esteban Ruiz recuerda que las tierras de su comunidad sufrieron un alto grado de erosión a partir del huracán Paulina en 1997, que arrancó los pocos árboles que poblaban los cerros. Dos años después, sufrieron un fuerte sismo que cimbró a casi todo el estado. “Sólo quedaron matorrales. Con la lluvia la tierra buena se deslavaba porque no había vegetación que la detuviera”. Para empezar a detener el deterioro plantaron una leguminosa parecida al sorgo, a la que llaman maicena. Las filas horizontales de esta planta detienen los deslaves, explicó.
El cultivo orgánico de la jamaica es rentable y además permite a toda la familia integrarse a la cosecha y limpiado de la flor. La jamaica se cultiva en Zenzontepec desde hace treinta años, pero “nosotros la estamos mejorando”, afirmó Esteban Ruiz. Lo más importante, indicó, es ubicar bien la parcela: debe estar en una parte alta, clara y soleada a una altura de 300 a 500 metros sobre el nivel del mar. Debe ser un terreno seco, con poca humedad ya que es un cultivo de temporal.
El ciclo de la jamaica es de siete meses, de junio a diciembre. La semilla se obtiene de las mejores plantas de las parcelas certificadas. Después viene la preparación del abono orgánico con base en estiércol de ganado, gallina y chivo; hojarasca y tierra negra de monte con una mínima parte de ceniza sobrante de los braceros de las cocinas. Por tratarse de un cultivo suave e inofensivo participa toda la familia: “Una niña de ocho a diez años ya puede sembrar y cosechar la jamaica”.
La cosecha se realiza cuando la planta empieza a madurar a principios de diciembre. Cuando se caen las hojas, la planta queda desnuda y roja, únicamente con las flores. Es entonces cuando se corta desde abajo y se lleva a la sombra donde se desprenden las flores.
“Ponemos una horqueta de un metro y en medio se va desprendiendo el puro cáliz, porque no es la flor de la jamaica la que se consume sino el cáliz. La flor y los pétalos se caen y queda el centro”. Todo el procedimiento es manual y cuando no tienen clases los niños participan.
El secado dura de dos a tres días. Como es un producto orgánico, lo secan sobre un petate donde se selecciona y limpia para que vaya cien por ciento puro ya que, como organización, mantienen la integridad del producto durante todo el proceso, desde el cuidado de la semilla hasta la exportación. Por último lo colocan en canastos hechos a mano y lo almacenan en bolsas que guardan en una bodega. Los envían a Alemania entre enero y mayo, cuando ya está en marcha la siguiente cosecha.
Jaime Esperanza coordinador del área técnica de Kiee Lu’u, explicó que la organización pretende crear este año un taller agroindustrial para procesar la jamaica y obtener productos como jalea, mermelada y vino. También desean formular un recetario para difundir varias recetas que permitan aprovechar hasta la jamaica destintada, con la cual se pueden preparar varios platillos nutritivos.
¿La comunidad confía en esta actividad?
—Estamos animados porque iniciamos tratos con el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) para obtener más apoyos. Pero mucha gente a veces se desespera. El sistema de trabajo es diferente al que estamos acostumbrados, implica más tiempo y una labor muy cuidadosa porque no podemos aplicar químicos. Antes teníamos 110 socios pero este año queremos quedarnos sólo con gente que respete nuestras normas, aunque seamos sólo 75, pero esperamos contactar a otras comunidades que nos han enviado solicitudes para ingresar.

TEMA INVESTIGADO POR CRUZ ESTHER RAMON GARCIA

1 comentario:

compartir dijo...

Bien Esther:
En esto que publicaste se nota una problemática, pero y... ¿qué vas a investigar?